Por Kevin Savelski, director en Grupo 8.66
El repunte registrado en febrero, consolidado como el mejor mes en volumen de operaciones inmobiliarias en los últimos seis años, no fue un hecho aislado. Tres meses después, el mercado de la Ciudad de Buenos Aires mantiene un ritmo activo, con una demanda movilizada y una oferta que crece a ritmos más lentos. Este panorama refuerza las condiciones para el desarrollo de proyectos urbanos bien ubicados y con visión de largo plazo.
Lo que se observa hoy es una demanda más consciente y exigente, que prioriza la calidad del producto por sobre el contexto coyuntural. Se trata de compradores e inversores que ya no esperan señales externas para actuar, sino que responden ante proyectos sólidos, con respaldo técnico y una propuesta clara.
Desde nuestra mirada, este momento representa una etapa de madurez en la dinámica inmobiliaria. El mercado comienza a premiar la planificación, la proyección a futuro y la solidez profesional por sobre las especulaciones de corto plazo. Esto abre una ventana de oportunidades, especialmente para desarrollos que puedan ofrecer ubicaciones estratégicas, escalabilidad financiera y estándares de diseño pensados para el largo plazo.
Mientras el stock de propiedades usadas continúa ajustándose, los desarrollos en obra o en etapas iniciales de preventa se consolidan como una alternativa atractiva. En este escenario, la posibilidad de acceder a unidades con precios escalonados y mecanismos de financiación flexibles cobra mayor relevancia. La anticipación se convierte en una herramienta poderosa para quienes buscan capitalizar este nuevo ciclo, siempre que esté acompañada de proyectos con fundamentos sólidos.
Además, aún persisten fondos disponibles del blanqueo de capitales implementado en 2024, que en muchos casos todavía no se han volcado plenamente al sector. A esto se suma la expectativa de una eventual segunda etapa del régimen, lo que podría ampliar significativamente la liquidez disponible. Frente a esta perspectiva, consideramos clave trabajar sobre propuestas que contemplen no solo seguridad jurídica, sino también una experiencia integral desde el diseño hasta el acompañamiento postventa.
Otro factor que impulsa al mercado es el incipiente regreso de las líneas de crédito hipotecario. Aunque su aplicación se concentra por ahora en propiedades listas para escriturar, su impacto se extiende de forma indirecta a todo el ecosistema inmobiliario. La posibilidad de concretar la venta de una propiedad usada activa operaciones encadenadas que terminan habilitando el ingreso a desarrollos nuevos. A medida que evolucionen las condiciones crediticias, es esperable que también aparezcan productos financieros adaptados a etapas tempranas de construcción, lo cual ampliaría aún más el acceso al mercado.
En 2025, el escenario inmobiliario argentino muestra signos de recuperación sostenida, acompañado de un público cada vez más informado y exigente, y de desarrolladores que entienden la necesidad de ofrecer productos con identidad, diseño y respaldo. Para nosotros, este momento representa una oportunidad para seguir apostando por proyectos que pongan a las personas en el centro y piensen el desarrollo urbano desde una mirada integral y de largo plazo.