Estancias Jesuíticas

Por el Arq. Y docente Marcelo Miller

La arquitectura del primer siglo de la colonia en los territorios de la provincia jesuítica del Paraguay, que aglutinaba las actuales regiones de Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Chile y sur de Brasil, era casi inexistente. A partir del siglo XVII comienzan a aparecer algunas construcciones más sólidas, aunque pobres y modestas.

Es en esa época y hasta mediados del XVIII, en que Córdoba, privilegiada en su localización en medio de los dos océanos y sobre la forzosa ruta que va en dirección al Alto Perú, aparece en la escena nacional como el centro económico, cultural y religioso más importante. Hasta el día de hoy, la Catedral mediterránea es el monumento colonial más trascendente de toda la Argentina.

El contexto de la época, encuentra a la corona española en una situación de incapacidad para ordenar y “educar” los territorios de ultramar, por lo que decide dejar en manos de distintas órdenes religiosas la tarea de la enseñanza general y religiosa, respondiendo por ello a una estrategia de dominio y sumisión. De esta manera, allá por el año 1599, llega a nuestro territorio la Compañía de Jesús, una orden considerada moderna, enarbolando la bandera de la contrarreforma y resguardando la ortodoxia católica. Lo que nunca imaginó la corona, es que los Jesuitas llegarían a concentrar tanto poder religioso y político en la región y en el mundo; tanto es así, que les significó la expulsión en el año 1763 de nuestras tierras.

Para el sostenimiento y financiación de sus edificios religiosos y el Colegio Mayor en Córdoba (la primera universidad del país), desarrollan un sistema de haciendas – estancias a modo de establecimientos productivos rurales en la provincia, los que se dedican a tareas de producción e importación de bienes con mano de obra negra e indígenas. Este modelo estratégico fue muy novedoso y único en la región.

La ciudad, en poco tiempo, comenzará a vislumbrar un cambio trascendental en ese vacío espacial de casas bajas dentro de la rigurosidad de la trama de las 70 manzanas fundacionales. Por su parte, el paisaje elegido para el establecimiento de las 6 estancias productivas en la provincia, estará distanciado del enclave universitario, en plena serranía cordobesa…aún hoy, recorriéndolas, se hace difícil comprender como en el caso de la Candelaria, la localización, el transporte, la soledad, sin absolutamente ninguna proximidad.    

Pero ¿cómo construirían los jesuitas estos grandes centros productivos… cuál será el tipo o arquitectura referencial para llevar adelante tamaña empresa? La respuesta está en los grandes monasterios cristianos europeos. Aquí, en Córdoba, de la nueva Andalucía, al igual que en los grandes y alejados edificios precedentes, la iglesia, como lugar de oración, es la primer y principal construcción del conjunto sobre el que se localizarán las demás dependencias y funciones en base a un sistema de patios o claustros regulares; estos, los patios, franqueados por galerías con entrepisos de bóvedas y techo superior de cabreadas de madera, serán los vacíos de luz y orden para el funcionamiento colectivo. Las estancias pues, responden a este modelo monástico, aunque su arquitectura barroca sea el feliz resultado de la sabiduría de los clérigos europeos y los originarios, los que incrementan el sentido estético de la iglesia como respuesta a la reforma protestante. Es, por lo tanto, una expresión constructiva de muros de piedra y pilastras curvas (más evidente en Alta Gracia), una concepción del espacio que en América no existe.

Junto a la iglesia, estos extraordinarios centros de desarrollo productivo, contarán con el obraje, residencia, molino, tajamar, acequias, batán, huertas; una verdadera unidad para el autoabastecimiento propio y externo.

Así pues, la necesidad de evangelizar le otorga a la arquitectura un enorme valor en cuanto a la ornamentación de fachadas y el espacio interior, y el barroco español, de mayor influencia, se ve reflejado en un estilo tenebrista debido al uso del claro – oscuro para modelar las formas (El Greco).

Ya en plena modernidad, en las numerosas visitas que hacemos a las estancias de La Candelaria, Jesús María, Colonia Caroya, Santa Catalina y Alta Gracia (de la denominada San Ignacio casi nada queda en pie), algunas veces me pregunto si el espíritu de los que forjaron tal emprendimiento pudiese trascender en nuestra cotidianeidad, si las cientos de manos negras, mulatas y originarias pudiesen enseñarnos a levantar algo más que muros de calicanto…los jesuitas son expulsados de estas tierras porque se estaban adueñando del conocimiento, creaban instituciones como la universidad con un motivo claro: enseñar…sólo dos o tres religiosos por estancia, con la ideología mística y espiritual de la época; sin lujos, con precariedades, con la convicción de dejar una herencia que tuvo su compensación con la declaración en el año 2000 junto con la Manzana Jesuítica en la ciudad de Córdoba, como patrimonio cultural de la humanidad por la Unesco…su impronta, el verdadero peso específico de su gestación, constituye gran parte de la identidad de una ciudad y provincia que sigue en deuda con los mensajes del pasado.

Estos conjuntos arquitectónicos, de excelencia proporcional, de sabiduría conceptual, de morfologías adecuadas al paisaje, de simplicidad y practicidad, de equilibrios y contrastes, de luz y sombra, de profundidad y sabiduría local…esta expresión robusta conservada magníficamente en el tiempo, representa uno de los legados culturales más importantes que tiene la Argentina.    

CV Arq. M. Miller

Nací en la ciudad de Córdoba en el año 1965 y egresé de su Universidad Nacional en el año 1990.

Desde 1990 a 1997 y desde el 2002 al 2011 ejercí mi labor profesional como arquitecto independiente y colegiado en España con proyectos y obras de viviendas unifamiliares y plurifamiliares, de rehabilitación, equipamientos deportivos, sanitarios, comerciales, proyectos y obras de urbanización y planeamiento urbano y participación en numerosos concursos con premiaciones.

Desde el año 1998 al 2002 y desde el 2011 a la actualidad soy docente en la Carrera de Arquitectura en las Universidades Blas Pascal de la ciudad de Córdoba y la Católica de Santiago del Estero en el área de Proyectos y ejerzo mi actividad profesional independiente desarrollando proyectos residenciales, equipamientos turísticos, comerciales y bancarios.

He participado y organizado seminarios de intercambio entre Instituciones de España y Argentina, y disertante invitado en la Escuela Técnica de Arquitectura de Sevilla, el Colegio de Arquitectos de Córdoba (España) y la Universidad Católica de Córdoba (Arg). He disertado para alumnos de universidades de Argentina y Chile acerca del diseño proyectual a partir del croquis. En la actualidad, soy miembro del Colegio de Arquitectos de Córdoba

3 pensamientos en “Estancias Jesuíticas”

  1. Sin ser un experto en el tema pero como profesional de la consteuccion , debo decir que me gusto mucho el artículo y que como Cordobes un orgullo del legado jesuita en nuestras tierras y en el mundo. Creo que independiente mente del exquisito legado arquitectonico dejado por los jesuita , recalco a esta orden como una comunidad que actualmente lucha por un mundo mejor con mucha inteligencia pero sobre todo con una fe inquebrantable.

Deja un comentario