Desde el suburbio: Las cooperativas

Por Roberto Frangella, el arquitecto descalzo

Los arquitectos y ciudadanos nos vinculamos con la cooperativa para salir adelante. Dos universos sociales buscando acuerdos y ayuda mutua. Los pobladores con su capacidad de lucha y con más ilusiones que realidad. Los técnicos dispuestos a ser útiles y buscando justicia a través de un hábitat social digno. Pero no deja de ser un desafío este encuentro desde polos tan extremos. La idea es serles útiles y así demostrar con hechos nuestros sentimientos sinceros de fraternidad, pero por más que hiciéramos, siempre seriamos satélites de los cooperativistas. Al final de cada jornada volvíamos a nuestras casas con todas las comodidades y recursos de nuestra condición social. Es decir, en este lento camino hacia la igualdad primero hay que ganarse la confianza con hechos concretos y luego tender a una formación profesional que prepare al arquitecto no en la carrera de los éxitos, sino en el sentido del servicio. Así no seriamos técnicos de las elites y nosotros mismos no seriamos privilegiados. De este modo

nos acercaríamos de igual a igual y algún día los arquitectos saldrán de las familias que hoy son excluidas. Todas estas dificultades de los tiempos presentes se atenuarán si uno tiene el corazón sincero y los pobladores perciben que buscamos acortar las distancias.

Al principio seremos extraños en la cooperativa, aunque ellos nos acepten a su lado. Mi pequeña amiga Luisita lo percibió y, aunque se acercó dándome la mano, me lo dijo claramente: “vos no sos igual a nosotros”.

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