El hábitat del arrabal: El conurbano y la creación de identidad

Por el Arq. Marcelo López

Hace horas que avanzas y no ves claro si estás ya en medio de la ciudad o todavía afuera. Como un lago de orillas bajas que se pierde en aguazales, así Pentesilea se expande durante millas en torno a una sopa de ciudad diluida en la llanura” – Las ciudades invisibles, de Italo Calvino, fragmento de ciudades continuas.

El borde sistémico que describe Saskia Sassen en sus últimos escritos, es evidente que jamás fue, la avenida General Paz. Los límites del sistema funcionan a modo de ameba, se derrama por cada barrio. La lógica del centro-periferia se va infiltrando y evidencia la creciente inequidad.

En el sector norte de la ciudad de Buenos Aires y del AMBA se habita un espacio público, infraestructura y hábitat del primer mundo.

El presupuesto de estos municipios se multiplica por 10 comparando con el que reciben quienes habitan, por ejemplo, La Matanza.

El gran desafío de las universidades del territorio conurbano donde habitan 17 millones de argentinos es tal vez crear una cultura de resistencia. En principio, reconocer los índices de una desigualdad creciente y significativa.

Aún en los municipios más ricos cómo CABA, Vicente López o San Isidro, el borde sistémico va dejando poblaciones sin incluir en los derechos básicos.

Según los últimos censos, La Matanza posee más de 2 millones de habitantes con 100 asentamientos precarios y paradójicamente el área super productiva del país.

La educación y la creación de hábitat tiene el mandato esencial de regenerar la identidad para así evitar el desarraigo, la desterritorialización.

Los extensos territorios urbanizados en modo fragmentario, con escasa densidad y equipamiento generan aquellos “no lugares”, sitios y espacios públicos donde no se identifican sus pobladores.

El punto de encuentro de los jóvenes resulta impuesto por los centros de consumo tipo shoppings.

Las universidades públicas masivas son parte de la solución. El desafío será no replicar los modelos que dominan las pantallas de nuestros estudiantes, empezando por mostrar las alternativas a los BIG, OMA, ZAHA etc.

Estas estrellas de las plataformas cubren todas las pantallas y dejan un espacio residual a las autonomías y las particularidades territoriales.

Encender el intercambio partiendo de comprender la necesidad y la oportunidad, desde el aquí y ahora como decía el arquitecto Wladimiro Acosta.

Si logramos, aunque más no sea, deslizar la atención de las plataformas y generar una mirada y un compromiso para con el otro, para la propia comunidad, recobrar la capacidad de observar tu barrio, tu vereda, tus vecinos, será romper la inercia.

Nuestra tradición de vivienda colectiva con los Bereterbide y muchos proyectos validados por el tiempo, como estandarte, puede dar el paso de calidad para provocar un hábitat inclusivo e identitario.

La búsqueda morfológica de objetos en un espacio sin tiempo, sin memoria, sin la esencia de nuestras gentes, sólo nos puede llevar al desarraigo, a arquitecturas abstractas de composiciones paramétricas dónde la herramienta es la que define.

La innovación y la experimentación está en entender, prefigurar las nuevas necesidades y el modo de trabajo por venir.

A partir de allí repensar y crear para los nuevos modos de habitar, de producir, de gozar. Esta es la experimentación.

La disciplina y los derechos: La pandemia nos deja la certeza y conciencia de quienes son los profesionales “esenciales”.

Intentamos pensar la universidad pública como formadores de personas creativas y críticas que promuevan y desarrollen los derechos humanos básicos. Así lxs médicxs por el derecho a la salud pública gratuita y universal. Arquitectas y arquitectos como garantes del derecho al hábitat inclusivo y democrático.

Marcelo López (1963): Arquitecto formado integralmente en la educación pública. Cotitular con Mariana Yablon y Darío López del estudio Arquitectonika (www.arquitectonika.com.ar).Participó y realizó concursos con Alfredo Rezzoagli. Es titular docente de la universidad nacional de la matanza UNLAM. Es veterano del TOAS (teatro operaciones atlántico sur).

3 pensamientos en “El hábitat del arrabal: El conurbano y la creación de identidad”

  1. Muy buena reflexión!
    La autoconstrucción del hábitat en los espacios residuales del sistema (identidad) nos indican un camino posible para redefinir nuestro quehacer profesional en pos de una ciudad más justa e inclusiva.

  2. Cuando se mira la ciudad – y la sociedad – desde un compromiso profundamente humano se ven las cosas que Marcelo López puede ver, si además a esa mirada se le agrega una sólida formación técnica y el compromiso de militancia por una ciudad equitativa, la imagen observada adquiere volumen y materialidad.
    Marcelo destaca también, la desigualdad manifiesta en los montos de los presupuestos, indecentemente mas altos en algunas áreas del AMBA, magnitudes que se invierte dramáticamente cuando refiere al enorme esfuerzo que es puesto por la otra parte del AMBA, y de la sociedad, la de la producción de bienes, la de la ciudad y los derechos pendientes.
    También nos da una pista para encontrar una salida, un camino que transcurre por el camino de la formación profesional masiva comprometida con el “lugar”, con el sitio propio de nuestra comunidad. No con aquellos “no lugares” que describe con precisión, los del territorio y los de la educación de plataformas y de las pantallas.
    Finalmente nos describe al profesional que necesitamos, inspirado en Acosta y Bereterbide y también en su condición de esenciales, más claro imposible.
    Pareciera que evoca a otro gran maestro que seguro lo inspira. Marco Winograd dijo alguna vez que los países en desarrollo no podíamos tener arquitectos normales, que nuestro tiempo nos exige ser muy formados técnicamente y muy ligados a nuestro lugar y a nuestro tiempo, ser de esa manera arquitectos sobre-desarrollados.
    Marcelo Lopez, sin dudas es uno de ellos.

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