Por el Ing. Edgardo Becker, Gerente de Desarrollo y Servicios Técnicos de LOMA NEGRA.
El hormigón es, luego del agua, el material más “consumido” en el mundo y, consecuentemente, es considerado el material de construcción imprescindible por excelencia en todo el mundo. Como hemos mencionado en alguna otra oportunidad, el éxito de este material redunda en la conjunción de distintos factores que resultan en un material “bueno y barato”.
Todos los que, de una u otra manera, trabajamos en la construcción decimos conocer las “bondades” de este material y no solemos preocuparnos demasiado respecto de sus limitaciones como tampoco cuestionar demasiado las “leyes” y “reglas” que, de acuerdo a la visión clásica, “rigen” el comportamiento del material en las que se basan las “especificaciones” que suelen incorporarse en los reglamentos o en los pliegos particulares de algunas obras.
Sin embargo, en esta oportunidad quiero referir a los potenciales problemas de durabilidad de las estructuras de hormigón armado debido a aquellos mecanismos de deterioro relacionados al ingreso de gases y/o líquidos capaces de afectar al hormigón propiamente dicho y/o a las armaduras que forman parte del elemento estructural.
Si bien, dependiendo del caso, existen diferentes mecanismos de ingreso y, también, de deterioro, en general, la “visión clásica” nos dice que para “asegurar” la durabilidad de la estructura debemos especificar el uso de un hormigón con relación a/c (agua/cemento, en masa) suficientemente baja y, además, colocar una cantidad de cemento suficientemente alta ya que ambas acciones en conjunto tienden a “controlar” la “penetrabilidad” (ingreso de gases y/o líquidos a través de la pasta cementicia) y la tasa de deterioro.
Sin embargo, nuestros estudios muestran que a similar relación a/c, las mezclas con menor contenido de pasta (material cementicio, agua y, eventualmente, aditivos) presentan menor vulnerabilidad ante la exposición a agentes agresivos ya que, justamente, el ingreso de sustancias potenciamente agresivas disueltas en los gases o en el agua u otro liquido se hace fundamentalmente a través de la red de poros de la pasta siendo, en general, despreciable la contribución de los agregados debido a su relativamente baja absorción.
Mientras que, con la “visión clásica” hasta el presente, hemos trabajado en el diseño de hormigones con contenidos de pasta de entre 25 y 35% para lo que utilizamos típicamente entre 280 y 500 kg/m3 de cemento, en un futuro próximo esperamos ser capaces de trabajar con hormigones de entre 18 y 25% de pasta y contenidos de cemento significativamente menores obteniendo comportamientos durables similares o mejores a los actuales. Para ser realmente sostenibles y sustentables debemos todos avanzar en este sentido, para eso, necesitamos actualizar urgentemente las normas y reglamentos que nos limitan.
Será necesario además combinar dos tipos de granulometría en agregados finos, por ejemplo dos tipos de arena (fina y gruesa) para completar mejor los espacios entre la piedra partida, además hay que considerar la limpieza de los áridos en general, cosa que no ocurre en el suministro a granel en obra y uno supone que sí ocurre en las plantas de hormigón elaborado serias. Habría que instrumentar controles para certificar este tema dado que la suciedad de los áridos tiene alto contenido orgánico que al degradarse genera poros, principal causa de deterioro