Por Roberto Frangella, el arquitecto descalzo
Quiero ser positivo en este tiempo lleno de dificultades, pero más aun con tantas actitudes disconformes y destructivas que nos rodean. Como señal de esperanza, el Colegio de arquitectos de la Provincia de Buenos Aires ha organizado un curso recogiendo todas las experiencias de arquitectura solidaria que se han desarrollado silenciosamente en los últimos años para contribuir a solucionar el déficit habitacional. Participan muchos ejemplos de sus distritos con experiencias y también desde sus organismos oficiales. La idea es entusiasmar a los arquitectos jóvenes para que participen en los programas habitacionales que pronto ofrecerá el Gobierno Nacional. Y con el estímulo de estas experiencias, ayudar a capacitarlos para acercarse a esta práctica de la profesión tan necesaria. Como la carencia de hábitat es tan inconmensurable, también es un llamado a que la sociedad toda tome conciencia que es una responsabilidad no solo del estado.
Esta Pandemia de «las diferencias sociales» debemos combatirla desde todo el conjunto de la sociedad. Se busca así, una articulación de acciones entre el estado y los colegios, como así también otras organizaciones sociales que se comprometan en esta tarea de justica social.
Para ser útiles como arquitectos en estas tareas de contenido social, hay que prepararse siempre con miras al bien común y estar convencido de que todos los hombres somos iguales y que el acceso a la vivienda es un derecho igualitario para todos. Practicar una actitud de respeto hacia la cultura popular, tener la disposición de escuchar y dialogar y no buscar lucirse, sino servir y ser útiles. Finalmente, estar dispuesto a trabajar en equipo con otros profesionales, especialmente con el área social, porque no somos todopoderosos, sino uno más dentro de un equipo. Cada vez se hace más necesario pensar en que el bien de todos es la armonía y la paz que tanto anhelamos los argentinos.