Por el Lic. Pablo Ezequiel Tozzi
Uno de los desafíos más grandes que provocó la pandemia por coronavirus fue el distanciamiento social. Acostumbrados a apiñarnos en ciudades, en bares, en restaurantes, en estadios, fuimos perdiendo poco a poco los espacios en solitario y probablemente por eso generó tanta incomodidad y sufrimiento el aislamiento. Sin embargo, la arquitectura es capaz de adaptarse incluso antes que la población y genera nuevas ecuaciones para que en áreas densamente pobladas, cada uno tenga su espacio.
La densidad se convirtió en el nuevo enemigo del urbanismo y las áreas comunes de los edificios o de los poblados se convirtieron en desiertos de concreto inhabitados. Y allí surgen las ironías de la superviviencia colectiva, como “cada uno por su lado”, porque “juntos” venceremos al virus, pero manteniéndonos separados.
Las personas necesitan sentirse seguras y para eso buscan estar apartadas. Un ejemplo de esto es el restaurante del Art Center Mediamatic en Ámsterdam, que creó invernaderos de “cuarentena” privados e íntimos, para que las personas pueden reconectarse y cenar afuera en un ambiente seguro. Esta solución creativa se puede adaptar incluso a todos los sectores de gastronomía y hotelería del mundo para despertar a estos negocios estancados, garantizando todas las medidas de distanciamiento social.
Los espacios privados proponen intimidad, pero a la vez son transparentes para poder ver el paisaje y a otras personas. En cuestiones de seguridad, el personal usa ropa protectora (guantes y protectores faciales) y sirve comida con tablones largos de madera, para no entrar en las salas de vidrio.
Mientras tanto en Nueva York, surgen otro tipo de propuestas creativas, como la del planificador urbano Meli Harvey, quien desarrolló un mapa de la ciudad que muestra el ancho de las aceras con el objetivo de resaltar las áreas públicas donde se puede mantener el distanciamiento social. En Nueva York, como en la mayoría de las metrópolis, la regla de los dos metros es difícil de seguir ya que las aceras no son lo suficientemente anchas para el distanciamiento social, por lo que este mapa muestra exactamente qué tan angostas son con los colores superpuestos en la cuadrícula de la ciudad.
En Brooklyn, el parque público Domino Park introdujo una serie de círculos pintados para el distanciamiento social. Esta intervención estratégica de diseño urbano asegura que las personas sigan los procedimientos de distanciamiento social adecuados recomendados por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) y el gobierno.
La intervención establece 30 círculos pintados con pintura a la tiza (de secado rápido): cada círculo tiene 2,43m de diámetro y se encuentra a 1,82m de distancia.
En cuanto al diseño de productos especializados, la empresa Covering de Chile creó pisos personalizables para facilitar el distanciamiento social. Estas gráficas sirven para diferentes funciones, como para definir zonas, crear flujos de tráfico y mantener conectividades seguras. Dentro de los íconos se encuentran flechas, indicaciones para mantener distancia entre personas, para lavarse las manos y para usar mascarillas.
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