Por Roberto Frangella (el arquitecto descalzo)
Tierra del Fuego, Tolhuin, marzo 2020: Increíblemente recién he conocido la Tierra del Fuego. He quedado maravillado con este territorio mágico y bello. Una isla enorme atravesada por la cordillera de los Andes, que allí cruza de oeste a este, llegando al océano Atlántico. Todos los nombres son indígenas y así uno no puede dejar de imaginar a los aborígenes que habitaron allí muchos miles de años antes de Cristo.
Cuesta pensar cómo habrán sobrevivido en aquellos inviernos nevados ya que hoy mismo sigue siendo tierra para hombres valientes. Montañas trepadas de bosques espesos, lagos interminables y praderas extendidas. Una tierra muy verde, llena de vegetación silvestre, animales de todo tipo y pájaros variados. La ciudad de USUHAIA es muy bonita, escalonada sobre las montañas, desde las orillas de la Bahía puerto. Las construcciones, mayormente en seco, con sus techos para nieve y aberturas pequeñas le dan una característica particular. Es una ciudad baja, enclavada en el paisaje y muy extendida en los bosques.
El canal de BEAGLE es como un gran templo de la naturaleza, lleno de islotes con fauna, se navega en un silencio casi místico, pensando que más allá de sus orillas es extiende el mar solitario que llega a la ANTÁRTIDA. Es una tierra para sentir la naturaleza en su plenitud y reconsiderar nuestro sentido en la tierra.
Por la ruta 3, en su km2990, se descubre al lago Fagnano que tiene más de 150 km de largo. Algo titánico como fue la gesta de los hermanos Salesianos que defendieron al aborigen de la llamada civilización.
Conocí Tolhuin, una pequeña localidad de 8000 habitantes y aquí es donde uno como porteño bonaerense, comprende que la argentina no termina en Buenos Aires. Esta gente es heroica y realmente hace a la patria en silencio y sobrellevando una vida en muchos casos de carencias esenciales. Hay unos caseríos en las laderas demasiados precarios, que no resisten al frío y a la nieve, sin servicios básicos. La ciudad vive de los aserraderos y secaderos de madera, explotada en los bosques aledaños. Pero a pesar de estar rodeados de tanta belleza, hay familias que sufren la falta de igualdad y el poder sentirse argentinos de una patria justa libre y soberana.